Sexto informe de las Naciones Unidas
El 9 de agosto, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, publicó el sexto informe sobre calentamiento global, elaborado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). Se divide en tres partes: 1) evidencia física del cambio climático con base científica (234 autores analizaron más de 74.000 contribuciones); 2) el impacto del calentamiento global, la fragilidad de los ecosistemas y las áreas artificiales, la capacidad de adaptación (270 autores, 57.000 documentos); 3) Posibles medidas para mitigar el cambio climático (239 autores, más de 43.000 documentos). En este último capítulo, el panel de la ONU destaca la importancia de revisar los plazos impuestos por los Acuerdos de París COP21, cuando se creía (era 2015) que el aumento de temperatura promedio en el planeta podría estar contenido por debajo de 2 ° C, quizás incluso en +1,5 grados Celsius. No lo es. El principal indicador es que ya no basta con fijarse el objetivo de reducir las emisiones de dióxido de carbono, sino que es necesario actuar sobre todos los gases que cambian el clima: ante todo, el metano. Por tanto, en agricultura intensiva y producción industrial de carne. Se deberán contener los dispersantes de los pozos de gas de esquisto (aquellos confinados a la porosidad fina de la roca) y la extracción de petróleo “no convencional”. Sin embargo, esto presenta un problema importante con uno de los invitados de piedra en la COP26 (un acrónimo de la 26a Conferencia de Participantes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, CMNUCC): Rusia, un gran productor (y proveedor europeo) de gas.
ciencia y politica
Estas pocas palabras introductorias nos muestran cuál es el centro obligado de toda acción encaminada a frenar la crisis ecológica iniciada por el hombre, desconocida hasta hace unas décadas: un corazón político, con el que todos tenemos que lidiar, nada se excluye. Esto, a su vez, abre un escenario antiguo, el escenario de la relación entre ciencia y política. Hasta ahora se han archivado muchos hechos, pero no se ha archivado el siglo XX, a medida que se difundieron los sistemas científicos antieuropeos (y más tarde a Asia), que se caracterizaron por su ferocidad y falta de respeto hacia el hombre. Una aberración cuyos seguidores aún aparecen en el escenario mundial.
La intensidad y la calidad del Sexto Informe confieren a su análisis, despiadado y dramático, las características de la irrefutación científica, al menos en comparación con las corrientes unificadoras que aparecen por doquier.
Sin embargo, la reclusión no es compartida, tanto es así que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, unos meses antes de dejar su mandato, retiró a su país del Acuerdo de París del 12 de diciembre de 2015. Esta última fue una fecha histórica para el planeta: 197 estados miembros de la Convención de las Naciones Unidas adoptados La Convención Marco sobre el Cambio Climático es el primer acuerdo global y legalmente vinculante sobre el cambio climático. En la actualidad, 191 países que forman parte oficialmente de este acuerdo, de los 195 signatarios, están todos unidos por un objetivo común: contener el aumento a largo plazo de la temperatura media global muy por debajo del umbral de 2 ° C por encima de los niveles preindustriales, y para limitar este aumento a 1,5 grados Celsius.
Su sucesor, Joe Biden, decidió regresar poniendo el peso de su país al servicio de combatir el calentamiento global (que hoy, como vimos en el Sexto Informe, ha cambiado para peor). Un hecho que refuerza la acción internacional para combatir el calentamiento global.
Trabajo y tiempo
Hemos destacado el problema y las dificultades políticas de iniciar una intervención pública. Sin embargo, debemos tener en cuenta que el momento de la reversión del fenómeno será más que bíblico, situándose a unos pocos miles de años de distancia. Pero esto no puede desanimar a la humanidad: una acción integral y concertada en el camino señalado por Naciones Unidas puede frenar el desarrollo del cambio en un frenazo que es, en todo caso, un objetivo que se puede perseguir en un tiempo determinado. Desde el arresto comenzará la interminable cuenta regresiva hasta el regreso al pasado (feliz).
Sin embargo, los temas pendientes son: a) países en desarrollo, para los cuales es muy difícil imponer los límites necesarios; b) los efectos del uso de reglas de protección. Por su parte, la Unión Europea, mediante la financiación de planes nacionales de recuperación y resiliencia, ha conseguido una aceleración decisiva de actividades y acciones que definirán la transformación del continente, favoreciendo las energías renovables y todo aquello que pueda reducir significativamente las emisiones y la calefacción. Una elección fundamental para mitigar el impacto de la nueva política medioambiental sobre el empleo.
Por supuesto, no será suficiente que los países europeos hagan su parte y más. Contribuimos al cambio climático con el 10% de las cargas contaminantes (Italia 1%): 90% queda para trabajar. Aquí volvemos a la política.
Como muestra el desarrollo de la pandemia Covid-19, hay una parte de la población italiana y europea que no comparte los datos de la ciencia, sino que, por el contrario, se opone a ella. Esta parte no se puede clasificar en términos de geopolítica, ya que no solo la derecha, según la tradición, provoca una especie de supremacía política, sino que también la unión y amplias áreas de la izquierda adoptan una posición similar.
Si pensamos en las consecuencias de las nuevas políticas ambientales en las actividades productivas, podemos comprender las dificultades prácticas y tangibles de poner en práctica una política de lucha contra el cambio climático. Es esto y nada más. Los políticos y los patriotas valientes no serán suficientes. Será necesaria una conciencia popular dirigida precisamente a proteger el futuro de la humanidad.
Foto: Washington, DC, 29 de abril de 2017. Miles de personas participan en la Marcha por el Clima. créditos. Fotografía Nicole Glass
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