A principios del siglo XX, la física experimentó una revolución abrumadora. Mientras Picasso destruía la imagen pictórica, Joyce desmantelaba la técnica narrativa, Freud profundizaba en la psique humana y el surgimiento de la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica suponían el derribo del concepto clásico de realidad física. Así como el arte nunca volverá a ser el mismo después de los vanguardistas de principios del siglo XX, la física también cambió para siempre.
Surgió una nueva visión del mundo material, completamente diferente de la que derivamos de la percepción y la intuición del sentido común. La naturaleza ha revelado una cara desconocida cuando se la observa a velocidades cercanas a la de la luz, a distancias subatómicas o con una gravedad excepcionalmente fuerte. En estas condiciones extremas, el espacio y el tiempo se fusionan en una única entidad elástica, que se distorsiona y retuerce bajo la influencia de la materia y la energía.
Einstein
Este es el mundo de la relatividad de Einstein. A distancias microscópicas, los contornos de la realidad se disuelven en indeterminaciones deterministas, la materia y la energía se descomponen en masas distintas y el concepto mecanicista da paso al azar, regido por leyes probabilísticas. Este es el mundo de la mecánica cuántica.
El pintor abstracto Paul Klee anotó en su diario de 1901 que “los rostros de mis cuadros son más realistas que los reales”. Lo mismo puede decirse de la física moderna, que describe un mundo aparentemente abstracto, pero que en realidad revela la esencia. Una de las leyes básicas que rigen la naturaleza. La física clásica, que precedió a la revolución del siglo XX, apenas roza la superficie de la realidad objetiva. Para penetrar las profundidades del orden natural necesitamos la relatividad y la mecánica cuántica. Estas teorías no son una descripción abstracta de fenómenos que ocurren sólo en condiciones extremas, pero describen el verdadero rostro de la naturaleza.
Relatividad y mecánica cuántica.
Comprender el lenguaje de la naturaleza, basado en la relatividad y la mecánica cuántica, ha abierto el camino a la exploración de áreas inaccesibles a la observación directa. El secreto es el poder deductivo del método científico, que nos permite superar los límites de la percepción con una inteligente combinación de razonamiento teórico y mediciones experimentales.
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