Comité Covid. La evaluación política es una cosa y la verdad científica es otra.

por Antonio Banti

La ciencia, sobre la base del experimento más grande de la historia, la vacunación simultánea de miles de millones de personas, demostró la seguridad de la vacuna, su efectividad en muertes más que en infecciones (no se alcanzó el efecto de rebaño), determinó pautas de tratamiento domiciliario, superando creencias y ambigüedades en la primera hora. La libertad de opinión es una cosa y la verdad científica es otra. Confundirlos sería frustrante y peligroso.

07 de julio – El Parlamento de la República conformó una comisión bicameral para el manejo del virus Covid. En televisión presenciamos un violento enfrentamiento entre la mayoría y la oposición, que ahora incluye al expresidente Conte y la exministra Esperanza.

Se supone que las comisiones de investigación establecen la verdad, pero siempre terminan con una decisión de mayoría-minoría cuando solo hay un hecho.

Entre las interminables tareas de la comisión se encuentran la búsqueda de corrupción, posibles irregularidades y especulaciones para que el poder judicial las investigue; En una comisión parlamentaria, los partidos sustentan sus ideas, a las que presumen de interpretar los hechos, generalmente explotándolos. Es más fácil que aumente la confusión y menos certeza al final del negocio.

El comité también debe evaluar las medidas adoptadas por el gobierno para fortalecer el SNS, olvidando que esto depende de los territorios cuyo trabajo, sin embargo, no está sujeto a escrutinio. ¿Y la quiebra de Lombardía? ¡De esta coincidencia no queremos hablar!

Sin embargo, el comité tendrá que abordar temas que no deben ser objeto de una valoración política porque son aspectos médicos sobre los que la comunidad científica ya ha llegado a un acuerdo. Aquí emerge la relación entre ciencia y política, diferentes campos y lógicas que deben complementarse pero no confundirse.

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El comité deberá «evaluar la efectividad y los resultados del comité científico técnico», así como «verificar la congruencia entre el plan de pandemia y los protocolos de tratamiento especialmente en remedios caseros» e «investigar el plan de vacunación» estimando la efectividad sobre «la prevalencia de contagios». , hospitalizaciones y muertes, así como eventos adversos informados».

Tales argumentos no están determinados por la mayoría, sino según el método de la ciencia. En efecto, el debate político ha sido fuertemente contaminado, encontrando más espacio en la mayoría actual que en la oposición que gobernaba en el momento de la epidemia. ¿Se decidirá finalmente que las vacunas son tan zurdas como la quimioterapia en la época de De Bella?

La ciencia, sobre la base del experimento más grande de la historia, la vacunación simultánea de miles de millones de personas, demostró la seguridad de la vacuna, su efectividad en muertes más que en infecciones (no se alcanzó el efecto de rebaño), determinó pautas de tratamiento domiciliario, superando creencias y ambigüedades en la primera hora.

Se propone evidencia realista: ¿cuántos murieron sin la intervención oportuna de la medicina moderna? En la lucha de posiciones partidistas, ¿no habría un intento de doblegar la ciencia a la política, lo contrario de la libertad y la democracia?

Este es el país del caso de Bella, del caso Stamina, del caso Xilela, del juicio del terremoto de Marche y del intento de la gente que no intentó tomar el Parlamento. Entonces, dado que la tarea de la comisión es “comprobar inconsistencias, inconsistencias y deficiencias de transparencia en la comunicación e información corporativa”, será muy importante involucrar al Parlamento en corregir la desinformación y la ignorancia a la manera de la ciencia, en combatir la mentira y las noticias falsas.

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La comisión también tendrá que abordar la cuestión de las posibles libertades pisoteadas. Según la constitución, los derechos individuales están circunscritos por el interés colectivo, por lo que el encierro o la vacunación deben ser evaluados como dos condiciones para proteger la salud de la comunidad.

La libertad de opinión es una cosa y la verdad científica es otra. Confundirlos sería triste y peligroso para la estabilidad del pueblo en caso de una nueva epidemia. La política tiene derecho a elegir el camino para sortear los obstáculos, pero manteniendo la máxima independencia en la toma de decisiones, no puede cuestionar los datos que le proporciona la ciencia.

Antonio Bante

07 de julio de 2023
© Reproducción Reservada


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