El sociólogo Francesco Alberoni hace veinte años en la reunión de Rimini

Bolonia, 16 de agosto. (Askanews) – “Para que una institución sobreviva, ya sea una pareja, un partido, una secta, una iglesia o una nación, debe ser constantemente revitalizada por sus propios movimientos”. En efecto, «la historia es el nacimiento continuo de sociedades que, después de la etapa naciente, se estabilizan, luego, más o menos lentamente, se endurecen y finalmente pierden su espíritu y dinamismo».

Así lo afirmó el sociólogo Francesco Alberoni, fallecido el pasado lunes a los 93 años en Milán, cuando participaba en el encuentro de la empresa y la liberación hace veinte años, trayendo a la Galería Rimini una reflexión titulada «El amor dice a la otro: no morirás».

“No es cierto que en mi vida sólo he estudiado el enamoramiento”, precisó Alberoni durante su intervención en el encuentro del 25 de agosto de 2003, “he tratado el amor erótico, el amor de amistad, de pareja, sus crisis, tanto temprano y tarde y en mis libros Movimento e Instituzione, Genesi Pero siempre he dicho que la institución es la heredera del estado naciente. Vive solo en la medida en que retiene su energía y experiencia en su centro vital «. Y si la institución «pierde por completo la esperanza de la que surgió, si pierde todo vestigio de lo sagrado, de lo ideal, de lo trascendente, se marchita, se esclerótica. Sólo sobrevive como interés, hábito, conformidad, hipocresía y así inevitablemente perece».

Al fin y al cabo, subrayó el sociólogo de Rímini, “la historia es el nacimiento continuo de sociedades que, después de la etapa naciente, se estabilizan, luego, más o menos lentamente, se endurecen y finalmente pierden el espíritu y el dinamismo. Una pareja, una fiesta, una secta , una iglesia, una nación, debe ser continuamente dinamizada por sus propios movimientos La Iglesia católica ha sido continuamente dinamizada por sus propios movimientos religiosos, los benedictinos, luego el movimiento de Cluny, de los situ, dominicos, franciscanos, etc. alcanzas tu movimiento, comunión y liberación que también vive sólo si se nutre continuamente de la fuerza creadora y de la inspiración inicial, y del contacto con lo absoluto, y lo mismo para la vida política.

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