Estados Unidos tuvo que lidiar con Julian Assange. Esto es lo que reveló el Washington Post, citando varias fuentes y un memorando enviado por el Fiscal General para Asuntos Europeos al Ministerio de Justicia el 4 de abril, en el que advertía a la administración que la batalla para traer al fundador de WikiLeaks, Quien está acusado de publicarlo, desde 2010, podría haber involucrado cientos de miles de documentos militares y diplomáticos secretos con resultados negativos. Explicó que los jueces británicos tendrían la «obligación moral de cerrar el caso» debido a su «deber de ser imparciales». El pasado mes de abril, Gran Bretaña pidió a Estados Unidos garantías en materia de libertad de expresión, que en su opinión Assange debería haber disfrutado como cualquier otro ciudadano estadounidense, y lanzó un ultimátum para conceder tal garantía. Si no se hubiera llegado a un acuerdo para esa fecha, Estados Unidos habría perdido todo poder de negociación, y tal vez incluso sus abogados británicos, cada vez más convencidos del muro que estaban destinados a chocar.
“La emergencia ha llegado ahora a un punto crítico. El caso terminará en apelación y perderemos”, escribió el abogado en un correo electrónico que acabó en manos del diario estadounidense, tras meses de intentos de convencer al Departamento de Justicia de la oportunidad de llegar a un acuerdo.
Assange fue acusado en Estados Unidos de América en 2018, tras un largo debate entre juristas del Departamento de Justicia sobre su caso, concretamente en lo que respecta a la libertad de expresión de la Primera Enmienda, obstáculo superado por su ciudadanía australiana y declaraciones según las cuales el derecho no se extiende a organizaciones o individuos extranjeros. Al contrario de lo que afirman los partidarios de Assange, se podría haber solicitado contra él una pena de prisión de 55 meses en Estados Unidos si hubiera regresado a Estados Unidos y se hubiera declarado culpable, pena que habría cumplido efectivamente en Gran Bretaña en diciembre de 2023.
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