Cómo España logró reducir drásticamente la desigualdad entre mujeres y hombres

María Angelis, de 83 años, y su hija, Laura Martínez, de 43, nacidas en el mismo país, crecieron en dos mundos opuestos. En su pequeño pueblo de La Rioja, en la España de Franco en los años cincuenta y sesenta, los padres de María Angelis decidieron su futuro: tendría que dedicar su vida a ellos y quedarse con ellos cuando fueran mayores.

Dos hermanas mayores nacieron para casarse y tener hijos. Solo mi hermana menor, que se considera más inteligente, tenía derecho a estudiar para convertirse en maestra. Mis dos hermanos heredaron el negocio familiar, un aserradero. No se me permitió terminar mis estudios. Trabajaba en el aserradero sin paga y hacía las tareas del hogar ”., recuerda María Angelis, que prefirió callar su nombre para no ofender a su familia. Después de la conquista de la democracia y la expansión de las libertades en las décadas de 1980 y 1990, Laura en Madrid no conoció límites culturales a sus ambiciones personales. Después de convertirse en fisioterapeuta, comenzó su propio estudio por su cuenta.

Aunque las desigualdades entre mujeres y hombres se han reducido en Europa Occidental desde la década de 1990, ningún país de la eurozona ha experimentado un desarrollo rápido o intenso como en España, según un informe del World Inequality Lab de 2022. En 1990, las mujeres representaban el 24,7% de las ganancias de ingresos . En 2020, esta participación fue del 39,6%. O 15 puntos más. Esto es más alto que el promedio de Europa Occidental (38%), pero también del Reino Unido (38,3%), Italia (36,1%) y Alemania (36%). Muchos países que, en 1990, partieron de mucho más alto.

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fuerza de rebelión

«Mi familia esperaba que yo diera la vida por ellos». Sentada en casa de su hija, en las afueras de Madrid, María Angelis afirma, antes de añadir, con ojos chispeantes, que«Estaba fuera de discusión». A los treinta años encontró fuerzas para rebelarse e inscribirse en un curso de Cruz Roja, lo que le permitió ser contratada como auxiliar de enfermería en el Hospital de Logroño. Se queda con sus padres porque «La estabilidad por sí sola lo habría molestado». Sobre todo porque no recibe su magro salario, que tiene que pagar a su madre.

Residir en Madrid, visitar a una tía, le permite conocer al hombre que se convertirá en su marido y cumplir su sueño: dejar la túnica estrechada de la familia y el peso de la tradición que más pesa en el mundo rural. Fue asignada al Hospital Doce de Octubre de Madrid, quedó embarazada a los 40 años y retomó su trabajo nada más nacer su hijo. «Siempre quise ser independiente, pero no fue fácil. Por eso, hice todo lo posible para mejorarlo por mi hija», Ella lo resume.

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